lunes

V

El universo crece a cada instante
como un vapor maligno; ya no hay orden,
no hay paz, tan solo queda
la belleza sutil de las deformidades,
la imposibilidad de saber cuándo arrepentirse
de lo que se ha callado,
la voz de Heisenberg hablando de lo incierto
en la física cuántica,
el doble comportamiento de la luz,
las cosas que se caen,
la inclinación de todo a detenerse.
Tuerce su trayectoria una bala
y mata a otro, y el culpable se salva;
allí lo imprevisible del amor,
espejo curvo, escalera invertida,
una forma geométrica engañosa
como estar preso en un caleidoscopio.
Todo el fulgor que ves es la ceniza
-a años luz de distancia-
de alguna estrella muerta
que explota por su propia gravedad.