martes

No entiendo, por qué tendría que haber contradicción entre usar zapatos de taco y votar a, qué sé yo, el Partido Obrero, entre unos ojos gatunos y el paredón de libros que está a punto de caérseme encima, entre teñirse el pelo y discutir como una energúmena con todos los taxistas de la ciudad. La Revolución, compañeros, también será fotografiada, y yo no quiero que, otra vez, sea la sangre la que vuelva a saturar, con su rojo avasallante, el lente de la cámara.

viernes

domingo

Inadaptada

Argh, odio las fiestas de quince, odio su alegría prefabricada, sus vestidos inflados, sus peinados llenos de bucles inmóviles, las fotos familiares al estilo clan, las canciones de Luis Miguel, la Coca Cola rebajada con hielo, la luz delatora del camarógrafo que, como un ave rapaz, intenta arrancar un primer plano de las lágrimas de agua oxigenada, para regocijo de madres orgullosas, mostrando a su niñita como envuelta para regalo, maquillada como una muñeca de mazapán entre una multitud de adolescentes abalanzándose sobre la mesa dulce, en una mano la torta de chocolate y en la otra, la zanahoria de plástico del carnaval carioca. O tengo una mirada demasiado piadosa de mí, o yo no era tan estúpida a los quince años, ni mandaba mensajes de texto de mesa a mesa, ni escribía con la ortografía de un infradotado, ni gritaba como una desaforada "a ella le gusta la ga-so-li-na, dame más ga-so-li-na…"
-¡Dale, vení a bailar!
-No.

lunes

El soldado de Perón

-Cuando se murió el Viejo, lloré más que cuando murió mi padre, y si hubiera tenido unos años más, hubiera sido Montonero. (Recuerdo cuando le pregunté a mi mamá qué eran los Montoneros, y me contestó que cuando fuera más grande me lo explicaría. Yo estaba en primer grado. Nunca me lo explicó). -¿Vos escuchaste hablar alguna vez de Tucho Valenzuela? –No-. Y me contó la historia de Tucho Valenzuela, que puso en riesgo la vida de su mujer y su hijo por no delatar a sus compañeros. –Me estás extorsionando sentimentalmente, y más te vale que no nombres a Rodolfo Walsh-. Creo que a su mujer la conversación le aburría, qué lástima, pero él, yo y el resto de los presentes abríamos cerveza tras cerveza y el alcohol y la discusión me vuelven más ácida que de costumbre. -¿Peronista de izquierda? ¿No estarás un poco confundido? Elegí, o una cosa o la otra. -Sos una gorila, mirá, se te ve la melena... -No me ofende. Y "Luna de Avellaneda", te lo repito ahora que dejé de parecerte una pendejita, es una película mala, plagada de todos los estereotipos de "la porteñidad al palo", de las que "apuntan directo al corazón", uf-. Nos reímos.
Abogado, peronista, cuarentón y casado. No sé qué cuernos está pasando con mi Edipo femenino.

miércoles

Futuro

Cuando no se tiene nada que decir es mejor callar, esperando, no sé, veinte años, la revelación de aquella gran novela que todos, alguna vez, hemos deseado escribir, aquella película inolvidable que todos, alguna vez, hemos deseado filmar, aquel gran panfleto que todos, alguna vez, hemos deseado redactar, o bien aguardar, sentado frente a una tonelada de libros, la burocrática designación como profesor de Castellano en algún secundario del barrio de Floresta.