jueves

Ayer, cuando al bajar las escaleras para irme, la portera me miró de un modo -digamos- pícaro, caí en la cuenta de que debería cuidar un poco más las formas en un edificio vacío a las ocho de la noche. Que las paredes oyen, hombre, y las porteras también.

miércoles

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Lo escrito, escrito está, y lo leyere el que quisiere. Daré la media vuelta, daré la vuelta entera, daré un pasito atrás, haciendo la reverencia. Me reiré un poco de mi ingenuidad y de mi pretensión de anonimato y luego, con un gracioso movimiento de sombrero, alegaré que nada fue exactamente como parece. Y agitaré un pañuelito, y me secaré alguna lágrima aunque diga que es el polen el que me hace llorar.

Y rimarrà forse un grido, quello / della terra che non vuole finire.
(Y quedará tal vez un grito, aquel / de la tierra que no quiere acabarse.)


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