miércoles

Llegó buscando "fotos del verdadero misterio" pero no encontró nada: ni fotos, ni palabras, ni respuestas. Yo también busco frases incoherentes en la infinitud de la red cuando no tengo ganas de revolver adentro ni de moverme de la silla o de la cama o de la mesa, como hoy. Agarro óleos pasteles y arruino toneladas de hojas con garabatos infantiles, escribo sobre las fantasías más perversas que jamás daré a conocer en público, vegeto al lado de la estufa y, como soy tan poco metafísica, me hubiera preguntado por las "fotos verdaderas del misterio", puesto que no está en discusión que el misterio sea cierto en sí mismo, o que haya misterios de mentira, aunque hay tantas veces en las que no quisiera comprobar que vivo entre fantasmas. Otro, enojado porque la nieve no pasó de ser un simulacro, evade la frustración pretendiendo hallar -in fraganti y al alcance de sus ojos- "pendejas drogadas cogiendo". Lamento decepcionarlo con las dos terceras partes de su requerimiento, pero ya que vino, me encantaría saber con qué cantidad de drogas encima puede uno coger de modo respetable, por ejemplo. El segundo párrafo de la página 139 de mi libro de cabecera dice que "excluidos los raros momentos en que se ofrece el cuerpo por amor, también la persona que nos ha amado se deja hacer y hace sólo por cortesía o desinterés, más o menos resignada como una meretriz". El amor puede durar tres horas, dos semanas o cien años pero la cortesía y el desinterés están junto a la lástima y esa sí que es persistente. Siempre que intento ser sentimental parece que me riera, y a la inversa, siempre que me río me avergüenzo de cuán idiota y sentimental puedo llegar a sonar, porque no sé cómo evitar ser una "literata cansina" por más que hable con oraciones largas, que es tiempo de asumir con una leve pena que mucho de esto estuvo, está y posiblemente estará dirigido de manera implícita a alguien que no conoce su existencia, aunque tal vez ya la conozca y entonces sepa, incluso, de la tristeza ancha que se esconde tras el desinterés que le demuestro por pura cortesía. En este momento quisiera tener un blog de minita para no desentonar con la declaración, pero ésto es lo que hay, resaca emocional (mal) disfrazada de literatura, y ninguna gana de filosofar sobre la teleología hegeliana a excepción de la pregunta: "¿por qué todo debería tener un fin último?", y actitud de niña confundida, y frasecitas crípticas, y hartazgo.