El subsecretario de Ingresos Públicos de la Provincia de Buenos Aires lanzó el Operativo Ruleta Rusa. En lugar de la paciente pesquisa y posterior persecución a los deudores, el envío de inspecciones, las moratorias y las intimaciones, el funcionario ideó un vertiginoso método: entre la lista de morosos, se sorteará a un determinado número; sus bienes serán rematados sin aviso previo, degollado su dueño y sus huesos entregados al Fisco, para usos todavía no establecidos.
Se murió Suárez Mason, vecino de La Paternal, hincha de Argentinos Juniors, jubilado de boina escocesa y cejas blancas, asesino, torturador y secuestrador de bebés.
Que Dios me perdone, pero... uno menos.
Nacha Guevara. Qué cuernos le habrá agarrado a mi madre, poner ese cassette donde canta "No llores por mí, Argentina" con esa voz tétrica. Y encima hace frío, yo tendría, no sé, ocho años, y mi papá me hablaba de la plusvalía y de la Guerra Civil Española, de la victoria de Playa Girón, de "la lucha", así, en abstracto, y yo me imaginaba un ring de boxeo. ¿Alguien se acuerda de "Verano azul"? La imagen muy vaga de una chica con "la primera regla" y un grupo de adolescentes con todos los tópicos de la adolescencia en un pueblo de vacaciones frente al mar. Maldita sea, no puedo recordar la canción: odio que se me olviden las melodías.
Verano azul, sí, aunque sea invierno.
Se abren puertas se descubren ventanas
Un fuego se enciende y me deslumbra
Todo se decide
Encuentro criaturas que yo no he deseado
He aquí el idiota que recibía cartas del exterior
He aquí el anillo precioso que él creía de plata
He aquí la mujer charlatana de cabellos blancos
He aquí la muchacha inmaterial
Incompleta y fea bañada de noche y de miseria
Cargada de absurdas plantas silvestres
Su desnudez su castidad sensibles de cualquier parte
He aquí el mar y barcos sobre mesas de juego
Un hombre libre otro hombre libre y es el mismo
Animales exaltados ante el miedo con máscara de barro
Muertos prisioneros locos todos los ausentes
Pero tú por qué no estás aquí tú para despertarme.
(Paul Éluard, La vie immédiate, 1932)
La revista VIVA nos regala hoy una conmovedora crónica sobre el presente de los países de la ex Yugoslavia, antaño el paraíso de la convivencia pacífica entre distintas comunidades, luego un territorio arrasado por las guerras civiles y, finalmente, la llegada de aquel bálsamo aliviador: la Coca Cola que todo lo iguala.
Sin embargo, las cosas no son como parecen, y cada vez más jóvenes se empeñan en rescatar la memoria de Josip Broz, el mariscal Tito. A su modo, claro. Y en un acto de profunda convicción revolucionaria, hacen sonar a sus modernísimos celulares al ritmo de los himnos guerrilleros del Mariscal.
Todavía me resultan de una crueldad incomprensible las personas capaces de tirar una muñeca, aunque esté rota, dibujada y sin pelo, aunque el hilito que al soltarlo la hace hablar ya sólo diga una frase gastada, aunque se desbarate en migas de algodón húmedo. Es que no hay imagen más clara de la soledad que una muñeca abandonada en la vereda, con los ojos abiertos, como si ellas no merecieran también que se les respete la muerte, que alguien oiga sus últimas palabras.
