domingo

Cebolla

Parece contradictorio que alguien que en su vida concreta es satírica hablando y payasesca actuando, un poco lista y bastante más boba, escriba de un modo tan serio y solemne, dramático a veces, tan "oh, cruel destino que el Cielo me envía" cuando el destino, sinceramente, le importa sólo en ciertos momentos. Alguien que no sabe ceder a la melancolía aunque la melancolía le parezca la cumbre de la estética, un estado idealmente plácido donde habitan palabras tan hermosas como "sombra", "espectro", "ausencia", "polvo", "destierro", "sangre", "piedra", "vacío"; que no se pregunta por el sentido profundo de la existencia humana sino cuando mira películas de superhéroes. Y que, sin embargo, lee ansiosamente pretendiendo respuestas de lo que nunca se ha interrogado, y escribe sobre nada, y se esfuma.

Aguafuerte

Y si me callo, ¿respira
sordamente el recuerdo?
¿Podré mirar de frente cada muro,
las grietas de su nombre desgastado,
recoger los casquillos con la pólvora
ardiente todavía,
u oír los pasos de mi madre enferma
que despierta a fumar un cigarrillo?
Si me callo, ¿algún monstruo
me estampará su risa?
¿Me morderá en el cuello,
querrá hacer una pira en mis pestañas?
¿Perturbará mi sueño de criatura
soplándome leyendas de vampiros
o de muchachas feas
o tristes o rabiosas o invisibles?
Cruje el televisor: no hay luz eléctrica
a dieciséis manzanas en redondo.