jueves

Después del fin

Porque el adiós es siempre una telaraña, un hilo de seda que nunca acaba de cortarse, que se pega en los dedos cada vez que intenta uno arrancárselo de las orejas, de las pestañas, el largo pañuelo que asoma por la boca de un ilusionista, marea que va y vuelve y cuando vuelve ahoga.

viernes

La cuestión

(...)
-Y después de todo, ¿qué?..., yo estaba en la izquierda porque estaba en la izquierda y enseguida se estrecharon entre la izquierda y yo toda suerte de vínculos, de fidelidades; he comprendido lo que querían, los he ayudado a hacerlo, y he estado más y más cerca de ellos cada vez que han querido imponerles trabas…
-Mientras uno esté solamente casado con una política, eso no tiene importancia –dijo Sembrano-; pero cuando uno tiene hijos con ella…
-A propósito, ¿tú qué eras? ¿Comunista?
-No, socialista de derecha. Y tú, ¿comunista?
-No –dijo Magnin, retorciéndose el bigote-, socialista también. Pero revolucionario de izquierda.
-Yo –respondió Sembrano con una sonrisa triste que armonizaba con la proximidad de la noche- era sobre todo pacifista…
-Las ideas cambian… -dijo Vallado.
-Las gentes que defiendo no han cambiado. Y sólo eso importa.


*
En “La esperanza”, de André Malraux, 1937.