miércoles

IV

No hay que mirar adentro de los ojos
nunca. Es demasiado el riesgo,
y no hay gloria ninguna en hallar algo:
sólo se ve la sangre, ligamentos,
puntos ciegos, conos de luz y sombra,
maquinarias exactas.
No hay que mirar adentro de los ojos
nunca: puede cosérsete el horror del cielo
de ojo a ojo, grabarse
como aguafuerte en una piedra negra.